Considerando “un ejército dentro del Ejército”, el Estado Mayor Presidencial estuvo especialmente llamado a operar, con la brutalidad consabida, en los acontecimientos que culminaron con la matanza del 2 de octubre de 1968. En los últimos 40 años, numerosos testimonios obtenidos a cuenta-gotas han hecho ceer la puerta de hierro que protege a este cuerpo castrense… Y hoy ya no es un secreto de qué manera tomaron parte en la masacre sus más destacados integrantes, quienes no sólo gozaron de impunidad plena, sino que fueron premiados con sucesivos cargos, aun hasta el sexenio de Vicente Fox

En 1968 Winston Scott tenía 12 años como jefe de la CIA en México y su relación con la clase política era excelente. Incluso había logrado que el propio presidente Gustavo Díaz Ordaz y su secretario de Gobernación, Luis Echeverría, entre otros, trabajaran para la agencia. Por eso cuando se inició el movimiento de 1968 creyó saberlo todo, y así lo reportó a sus superiores. Pero falló en sus pronósticos… En entrevista con Proceso, Jefferson Morley, autor de Nuestro hombre en México. Winston Scott y la historia oculta de la CIA, explica que el error de este agente fue que vio la realidad de México a través de las ideas y ojos de los altos funcionarios mexicanos.