Aunque el término "delincuencia organizada transnacional" sea reciente, el fenómeno no es nuevo; su génesis es tan antigua como el crimen y la ley. El ejemplo aquí presentado se remonta a la época de la Colonia española en las aguas y puertos del Caribe y el Pacífico, cuyos protagonistas son mercaderes españoles y extranjeros que burlan las leyes mercantiles establecidas por la Corona. Entre otras cosas, ilustra que "cuando un gobierno procura solucionar un problema, en este caso uno de aplicación de la ley, se siembra la semilla de otro problema o dos, a veces con consecuencias desastrosas".

Con grandes dificultades, el Estado está luchando para incrementar el imperio de la ley y el estado de derecho en América Latina. Para lidiar con este problema es necesario un desafío intelectual, además de comprender los impactos locales en el ámbito internacional y en las funciones del Estado-nación, por lo que se han planteado nuevas perspectivas de respuesta.

Uno de los grandes problemas estructurales que entorpece la consolidación de la democracia en América Latina es la debilidad en la impartición de justicia. El estado de derecho y su aplicación no ha sido la característica de los países latinoamericanos. En México la famosa frase atribuida a Benito Juárez "a mis enemigos la ley, a mis amigos lo demás", es pauta general, aun en los países que se autoproclaman campeones de la vigencia de la ley o de tradiciones democráticas.