Lo que viene ahora es otro juego: uno con muchos jugadores que compiten en una variedad de campos diferenciados de producción, donde las reglas están cambiando continuamente y los resultados se obtienen en el mercado. Es un juego que está en las antípodas del trascendentalismo propio de los intelectuales. En realidad, ya no hay alternativa: los intelectuales están, definitivamente , en el mercado

Estos nuevos mecenas son ejecutivos de empresas en busca de un barniz de ilustración, revistas de tarjetas de crédito que quieren tener un look de amplio espectro, clubes exclusivos que pagan por charlas exóticas, fundaciones de financistas que aprecian el refinamiento de la inteligencia. Estos espacios no están habitados ni transitados por intelectuales del cambio, sino por agentes que aportan su valor intelectual en un sistema que todo lo absorbe, lo fecunda y lo liquida con dinero

Hay mucho farsante en la academia, ¿Y fuera de ella no? Lo que sí puede ser es que la conciencia de un profesor es menos engatusable que la de un intelectual público sujeto a los vaivenes políticos y económicos de los mundillos editoriales. Pero las conciencias académicas no son muy distintas a las de los intelectuales públicos, son simplemente más baratas