De la realidad asombrosa a la incredulidad en automático, de la verdad que a todos azora a la mentira que provoca chistes y sonrisas, pasando necesariamente por cierta autodenigración, nuestra sociedad no acepta sin desconfianza y resentimiento los actos transparentes tanto en la vida colectiva de la política como en las historias individuales de seres comunes y corrientes

En Rusia, como en otros países ex comunistas, la separación Estado Iglesia es cada vez menos firme. El problema de fondo, nos dice Jean Meyer, es el de una antigua cultura política que no puede aceptar fácilmente el pluralismo, sea político, sea religioso, y que invoca el nacionalismo para justificar la intolerancia