Poco después de convertirse en Presidente de Estados Unidos, Barack Obama anunció una nueva política para Latinoamérica y el Caribe que cambiaría las gestiones de las administraciones anteriores y se orientaría a temas concretos de importancia para la región. Sin embargo, Washington no ha cumplido sus promesas. Aún puede hacerlo si sigue una agenda definida, proactiva y con una estrategia integral.

La adicción de Estados Unidos al petróleo del Medio Oriente lo fuerza a llegar a peligrosos compromisos en política exterior, empeora el calentamiento global y fortalece a los países poco confiables del golfo Pérsico. Estados Unidos debería, en cambio, obtener su energía de etanol de biomasa, un nuevo combustible que se puede producir en el país a partir de prácticamente cualquier planta o incluso de desechos agrícolas. El etanol es ecológico, compatible con el sistema de transporte de Estados Unidos y tan potente como la gasolina. Recientes avances científicos han disminuido drásticamente su costo de producción. Ahora Washington debe contribuir con concesiones arancelarias u otros incentivos para fomentar la investigación y el desarrollo adicionales sobre esta alternativa de cosecha propia.