Hace 10 años, los pasillos de las agencias de publicidad creativas locales eran recorridos por pocos creativos. No eran necesarios, nadie se arriesgaba a realizar buena publicidad. Tampoco Manolo, Esteban y Pepe recuerdan alguna manifestación pública de jóvenes que no estuvieran de acuerdo con una campaña publicitaria y era, en su caso, el ejercicio boca-a-boca el que cumplía la función de “viralizar” las pocas pautas que esporádicamente sorprendían a la gente.