Ante la necesidad de manejar las percepciones del público estadounidense debido al diluvio de malas noticias y la creciente impaciencia popular provocada por las guerras de agresión de los últimos siete años, la Casa Blanca y el Pentágono decidieron crear un cuerpo de analistas militares, constituido por generales retirados que fueron integrados a las divisiones de noticias de las principales cadenas televisivas en una de las estrategias propagandísticas más osadas y descaradas de la era Bush Júnior.