Antes de que en 1992 México y el Vaticano reanudaran sus relaciones diplomáticas (rotas desde la época juarista en 1865), el expresidente de la Suprema Corte, Agustín Téllez Cruces –representante oficial ante el Vaticano-, mantuvo numerosas reuniones con el Papa Juan Pablo II a nombre del gobierno salinista durante alrededor de dos años. En aquel entonces, cuenta, se produjo “un estira y afloja” porque la Iglesia quería “más concesiones”, como aquella de que los ministros de culto pudieran ocupar cargos de elección popular. Por eso, recuerda, “había que establecer límites”