Aprovechando la presencia de un jefe de gobierno extranjero, el señor Rodríguez Zapatero, el presidente Calderón se refirió –con retraso– a un hecho del que se hablaba y escribía pero sobre el cual el gobierno mantenía un silencio inquietante.

El historiador Enrique Krauze descalifica la afirmación de su colega Lorenzo Meyer en el sentido de que, en 2006, la derecha que apoya a Felipe Calderón no quiso dar el paso de la transformación política porque desde la guerra de Independencia tiene "miedo a la democracia".

El retroceso que vive el estado de Oaxaca no sólo reinstaló el conflicto en un punto de alta inflamabilidad; también evidenció el torpe triunfalismo de los gobiernos estatal y federal, tan creídos como estaban de haber resuelto el problema en definitiva.